HAGAMOS MEMORIA La existencia de Sutatenza se enmarca en tiempos anteriores a la conquista y encontramos que, ya en 1556, es mencionado por los padres Dominicos que han evangelizado esta región del Valle de Tenza. Vamos entonces a hablar desde la historia encontrada en aquellas personas que le han dedicado mucho de su tiempo a hacer memoria de este querido municipio.
Por eso vamos a ver parte de la historia del Valle de Tenza, que es donde se encuentra nuestro municipio ubicado. Para esta parte recurriremos, en parte, a Don José Eduardo Martín S., Coordinador de Proyectos de CORPOCHIVOR, quien ha escrito en Cosmos, número 3 y 4, de Noviembre - Diciembre de 1999 y Enero - Febrero de 2000, con el título "El Valle de Tenza en el túnel del tiempo." La región del Valle de Tenza es "cuna de zaques y centros político-religiosos del gran imperio Muisca. Fue escenario de dinámicas culturas que culminaron antes de la conquista, en organizaciones de cacicazgos y capitanías que recibieron a los españoles, para ser finalmente organizados en encomiendas y resguardos, cuya influencia perduró con el paso de los años, en las costumbres y el mestizaje del campesino valletenzano. Las minas fueron, en los primeros años de conquista, un foco de atracción para los foráneos y su explotación se vio favorecida por las bondades del clima, la disponibilidad de mano de obra y la fertilidad de la tierra, factores que convirtieron al Valle de tenza en un lugar preferido de la colonización europea. De otra parte, a mediados del siglo XVI, se montaron en el bajo Valle de Tenza los primeros ingenios de caña de azúcar. Estas dos circunstancias originaron una fuerte presión sobre las tierras desde los primeros años del periodo Colonial y a la vez un rápido mestizaje que superaba a todas las demás regiones del altiplano cundiboyacense. Así, según el censo realizado por el visitador Angulo Cartejón, en 1562, el 93% de la población del bajo Valle de Tenza era mestiza.
El cacique de Sogamoso ordenó a su sobrino el de Ramiriquí, que subiese al cielo y alumbrara al mundo, y así lo hizo, pero viendo que la noche seguía sumida en la oscuridad, el mismo Sogamoso subió al cielo y se convirtió en luna. A partir de ahí brotó la tierra y fue el comienzo de un gran imperio. Bochica, anunció que mucho después de su llegada vendría un redentor que llevaría al pueblo Muisca a un mejor bienestar espiritual y material, el cual nacería de una princesa chibcha virgen, la que sería fecundada directamente por los rayos del sol. La profecía se cumplió muchos años después en una población no lejana, Guachetá y el redentor anunciado se llamó Goranchacha, que quiere decir "Dios hecho carne". Cuando cumplió la mayoría de edad se trasladó a Ramiriquí y en compañía de Fonsaque se dedicó a renovar el culto, consagró el abrigo rocoso de la Guacamaya en el templo sagrado "Baganique", dedicado al sol y fundó un centro de formación de altos estudios religiosos y administrativos. En este sitio siguieron desarrollándose rituales hasta la llegada de los conquistadores. Goranchacha, viendo que el Valle de Baganique no era un lugar militarmente estratégico decidió trasladar la capital a un sitio más alto. Para este menester delegó a Suncanua nacido en Ramiriquí, el cual escogió el sitio donde hoy se encuentra Tunja a donde se trasladó la capital de los Zaques; desde entonces, Ramiriquí dejó de tener importancia administrativa, pero conservó la importancia religiosa hasta la llegada de Hernán Vanegas, en 1541, quien quemó y saqueó el templo de Baganique y los tesoros de la cueva de la Guacamaya.
En tiempo de siembra y de cosecha, los caciques y capitanes recibían tributo de los miembros de su comunidad. La agricultura fue una de las principales actividades de los pueblos indígenas del valle de Tenza, destacándose los cultivos de maíz, turmas (papas), frutales (aguacates, chirimoyas, guayabas, naranjas, piña, papaya), legumbres, hayo (coca), algodón, yuca, batata (malanga), ahuyama, ají. La provincia de los Teguas además proveía maní, miel de abejas y pescado. El maíz, el hayo y el algodón fueron los principales productos de comercio e intercambio entre los poblados del Bajo y Alto Valle de Tenza. En el bajo Valle de Tenza, además se destacó la práctica del tejido en algodón con las cuales se hilaban mantas "chingas y de la marca" (utilizadas para el pago de contrataciones, tributos, compras e intercambios). La relación entre las diferentes comunidades del Valle de Tenza era en general pacífica y estaba fortalecida por vínculos de exogamia entre muchas de ellas; la participación en los mercados, por ejemplo, estaba abierta a todas las comunidades. Los conflictos armados entre los Muiscas generalmente se iniciaban debido al interés de una confederación en expandir su dominio territorial o aumentar su prestigio; en consecuencia, los conflictos bélicos terminaban con el desplazamiento territorial de las comunidades perdedoras, o en su incorporación a la confederación triunfante. En efecto, según los cronistas, el momento de la conquista coincidió con movimientos indígenas expansionistas por parte de los dos cacicazgos principales del altiplano, el Zaque de Tunja y el Zipa de Bacatá. Este hecho radicalizaba las fronteras entre las dos fuerzas, como la que hoy conforma el límite entre Cundinamarca y Boyacá, en el Valle de Tenza.
A la llegada de los españoles, una población estaba organizada en la región del Valle de Tenza mediante un sistema político jerarquizado, en el que existían especialistas, políticos y artesanos de tiempo completo, así como mercados regulares. En estos mercados no solamente se realizaban transacciones económicas; los caciques participaban activamente en ellos y acudían para "dar respeto" a los líderes políticos de mayor importancia, participar en ceremonias religiosas y reforzar pactos de alianza. El Cacique Turmequé, tenía a su cargo la plaza de armas y fronteras con los Bacataes, por ello estaban sujetos a Turmequé los cacicazgos de: Somondoco con 12 capitanías, Guateque con 3 capitanías, Sutatenza con 5 capitanías, Tenza con 7 capitanías, Garagoa con 7 capitanías, Ubeita con 6 capitanías y Súnuba con 4 capitanías. Al tomar posesión del cercado del Zipa, el 20 de abril de 1537, Quesada tuvo conocimiento de la existencia de unas minas de esmeraldas que explotaba el cacique Sumindoco. Marcharon en busca del mineral tan anhelado, pasaron por Guatavita, Sesquilé y Chocontá, el 9 de junio de 1537. De este caserío se dirigieron a la conquista del Valle de tenza. Los expedicionarios abandonaron Chocontá y se dirigieron al cacicazgo de Turmequé; a su llegada el 20 de julio de 1537, fueron tan bien recibidos que incluso creyéndoles dioses les tributaron culto. Los españoles lo denominaron Valle de las Trompetas, por cuatro que hicieron sus pobladores de unas pailas viejas. Enviando al Capitán Fernández Valenzuela a inspeccionar las minas, éste regresó con algunas esmeraldas y con noticias de que desde allí se divisaban los llanos de San Juan (Llanos Orientales). Inmediatamente salieron de Turmequé y pasando por Icabuco (hoy veredas de Altamisal, Boquerón, Pavas, Molino y Chuscal del municipio de Umbita), entraron al Valle de Timisuca (habitado por los poblados de Chiramita, Ubeita y Guaneca), acampando en Garagoa. Allí se comisionó al capitán Juan de San Martín para que buscara un paso a los llanos. Llegó San Martín al poblado de los Teguas en el Lengupá, última capitanía Muisca (territorio político administrativo del Cacicazgo de Guanatá), donde los torrentosos ríos Upía y Lengupá les impidieron su avance hacia los llanos. Luego de veinte penosos días regresó San Martín a Garagoa. Son numerosos los pueblos indígenas reseñados en el Valle de tenza por los españoles, algunos de los cuales prevalecieron hasta la colonia como encomiendas y aún hoy permanecen como nombres de municipios, veredas o sitios. Entre ellos se han podido consignar: Alto Valle de Tenza: Baganique, Icabuco, Sutamanga (Suta), Piranguatá, Chiguatá, Furaquira, Soconsaque, Pachaquira, Tibaná, Chiriví, Rique, Boyacá, Rupaguatá, Piranguata, Viracachá, Juyasía, Ramiriquí, Turmequé y Ciénaga. Bajo Valle de Tenza: Chiramita, Ubeita, Tenisuca y Guaneca, cerca a Garagoa; Gacha, Súnuba, Ruisui y Jçucanzá cerca a Sutatenza; Quinchagoches, colinas y Guacomas cerca a Somondoco y Teguas hoy Campohermoso.
En Somondoco habían sido Don Luís de Monsalve, Don Francisco Maldonado y Don Rodrigo Maldonado de Mendoza. En 1621 el encomendero de Guateque era Luís Cabeza de Vaca. Paralela a la institución de la Encomienda existió otra: el Resguardo, que consistió en la delimitación territorial de los terrenos que le correspondían a cada cacique y su gente. Al interior del mismo debían constituirse en forma de aldea, alrededor de la iglesia doctrinera, las viviendas de todos los indígenas al mando de un cacique. A estos semi-cascos urbanos y sus tierras aledañas, se les constituyó en Pueblos de Indios que tenían su legislación propia y se gobernaban a través de cabildos indígenas, etc. De esta manera era más fácil su dominio y el cobro de tributos, pero a la vez se les "resguardaba" y protegía ante las inclemencias sociales del dominio español. Los primeros resguardos que se delimitaron en el Valle de tenza fueron los de Boyacá, Ramiriquí, Tibaná, Turmequé, Viracachá y Somondoco, en 1604, con la visita de Luís Enríquez. Durante esta misma visita los indios de Guateque fueron enviados para Sutatenza, hecho que generó una gran disputa y resistencia negándose la mayoría de ellos al traslado. De igual forma, a los indígenas de Chiramita, Ubeita y Guaneca los trasladaron para Garagoa y a los Quinchagoches, Colimas, Guacomas y Súnubas los agregaron a Somondoco (parece que con más éxito) razón por la cual desaparecieron como pueblos. A finales del siglo XVI, empezaron las políticas de agregación de pueblos indígenas con la intención de liberar tierras para mestizos y blancos. Esta política tuvo su más fuerte empuje a finales de la Colonia (1775 - 1778) con las políticas borbónicas, época en que se vendieron la mayoría de las tierras de Resguardo de Boyacá. En esta región la ejecución de la Ley estuvo a cargo de José M. Campuzano y Lanz, bajo el mandato de Francisco Antonio Moreno y Escandón. Los antiguos pueblos de indios y sus resguardos se fueron erigiendo en "parroquias de blancos", fechas que por lo general se consideran como las de fundación. En los primeros años de la República, se disolvieron los últimos resguardos que quedaban en la región y posteriormente éstos fueron repartidos y de manera individual entre sus miembros. Parece ser que en esta región las tierras que se liberaban por la abolición de resguardos eran compradas por varios "vecinos", más que por una sola persona, como fue el caso generalizado en el Valle de Sogamoso y Tundama (Duitama) Este hecho unido a su mayor mestizaje desde épocas tempranas que implicaba la presión de varias familias sobre tierras y las posteriores subdivisiones por razones de herencia, hacen que la zona sea tradicionalmente de pequeños fundos. Existen algunas zonas como lo que hoy constituyen los municipios de Chinavita, Santa María, San Luís de Gaceno y Campo Hermoso que se apartan un poco de esete común denominador minifundista, quizás porque sus tierras, más aptas para la ganadería, eran más apetecidas por familias pertenecientes a una oligarquía española que poseía medios para comprar amplios territorios con el propósito de explotar el rubro económico más apetecido por ella: la ganadería. DESDE LA COLONIA HASTA NUESTROS DIAS
La historia de Sutatenza reseña como hecho importante la visita que le hizo el Libertador Simón Bolívar, el día 6 de febrero de 18221. Este hecho está registrado en una pequeña placa que se encuentra ubicada en la Casa de la Comunidad y, aunque es un monumento casi insignificante, el hecho de este acontecimiento es grandioso ya que no todos los municipios tuvieron sobre sus tierras a este Padre ilustre de nuestra historia patria.
Dentro de la historia que se encuentra escrita podemos leer entre líneas el aporte de nuestra madre patria chica en la justa libertadora, donde se menciona el fallecimiento de cuatro de sus hijos, muertos en los campos de batalla buscando la libertad. Estos próceres aunque no degustaron la libertad, sí la ayudaron a gestar.
Hay memoria de los primeros alcaldes pedáneos de este municipio. Ellos fueron Don Eustaquio Galavis y Don Francisco Gaitán, en 1783.
Una nota que vale la pena tener en cuenta es una que nos habla del municipio de Tibirita: «el pueblo (Tibirita) fue fundado en su segunda oportunidad por Pablo García en 1760, pero algunos afirman que esta fecha fue la de su erección como parroquia. En 1851 se le hizo distrito, segregándolo del cantón de Guateque y Sutatenza.»
Sutatenza, después de haberse constituido como municipalidad, ha sufrido grandes incendios, entre los que podemos mencionar el ocurrido en diciembre de 1915, del cual se desconocen las causas aunque, se cree que fue por descuido de sus moradores o como se estaba celebrando la festividad de Navidad, pudo ser causado por las antorchas, juegos pirotécnicos con los que sus gentes acostumbraban festejar la nochebuena. Las casas eran de paja, chin, adobe y cercas rudimentarias propicias para propagar esta clase de estragos. Según fuentes de información directa, las llamas aparecieron en la casa de los señores Natalio Sastoque y José Bernal. Las familias afectadas salieron de sus habitaciones pidiendo auxilio para impedir que el fuego acabara de arrasar el caserío. Aquella gran fiesta se convirtió en tragedia donde todos sus habitantes suspendieron las festividades para dedicarse a auxiliar a las personas en peligro. El incendio arrasó con la mayoría de la localidad, exceptuando el templo parroquial. Como consecuencia de éste incendio, hubo escasez de cosechas, miseria, sufrimiento y hambre. Como tercero: hubo una gran epidemia de viruela y sarampión. La gente atribuía la aparición de esas plagas y epidemias a una maldición de Dios por haber desterrado a los padres dominicos de la población de Chiquinquirá. Posteriormente sus humildes habitantes reconstruyeron sus casas con enormes sacrificios y, es cuando se construyen casas modernas hechas con adobe y teja de barro.
En 1947 llega a Sutatenza el recién ordenado padre José Joaquín Salcedo, quien muy pronto será el fundador de una institución de renombre internacional y que hará que el municipio sea reconocido en todo el mundo. Todo lo referente a esta institución tan trascendental, la estaremos presentando en la sección así llamada.
La reconstrucción se hizo gracias al aporte del presidente Carlos Lleras Restrepo quien ofreció su apoyo moral y económico a los damnificados. MOMENTOS ESPECIALES Los finales de los años sesenta no son tan buenos para los habitantes de Sutatenza, que en su gran mayoría son campesinos que dependen totalmente del agro. Pocos años antes sus cultivos –sobre todo los de lenteja y haba- habían sufrido un aniquilamiento (hubo una “helada”) casi total por unos factores climáticos que no se explicaban entonces (y que incluso alguno que otro tomó como castigo). Por mucho tiempo estos terrenos que se utilizan para dichos cultivos quedaron baldíos y la carencia de buenos abonos o capa vegetal los hizo improductivos, en muchos de los casos. Una de las grandes fallas hasta entonces era la falta de un programa de arborización de tal manera que los suelos habían tenido que sufrir directamente el calor fuerte del sol de verano y las tempestades de las lluvias en el invierno. Por la carencia de pastos no se podía tener una ganadería abundante y escasamente se poseía alguna vaca o máximo una yunta de bueyes para labrar la tierra. Los alimentos se cocinaban todos con leña que había que buscarla donde fuera. La escasez de arborización era tal que había que realizar largos recorridos para encontrar donde apropiarse de buena madera o chamizos. No había una entidad que se encargara de una campaña al respecto y esto hacía todo más difícil en la medida en que hasta la fauna escaseaba al no tener donde hacer sus nidos o al menos protegerse de los cazadores. La parte económica era muy baja y escaseaban los alimentos, quizás por la misma situación de falta de cuidado con los terrenos y el estado precario de los suelos que escasamente se araban para la siembra, pero no recibían ninguna clase de abonos. Los desperdicios de las siembras pasadas siempre se quemaban y la ceniza que resultaba se utilizaba como abono para la nueva siembra, habiendo quemado también el suelo en el momento de prender fuego a los residuos de las siembras pasadas o del terreno donde se iba a arar. Eran, por tanto, pocos los que podían disfrutar de un bienestar y holgura tanto personal como familiar. Agravaba esta situación la cantidad de hijos que tenía cada matrimonio, pues por lo general pasaban de tres. Claro que otra realidad era que entonces todos, desde los escasos años, trabajaban unidos para el hogar ya en las labores agrícolas, en la ganadería o en la insignificante artesanía que se producía. Fueron muchos los niños que por esta época y por razón del trabajo abandonaron sus incipientes estudios de primaria para dedicarse a ayudar a sus padres en el sostenimiento del hogar. La pobreza fue tan notoria que generalmente muchas madres de familia tuvieron que también contratarse donde los vecinos a trabajar para poder lograr algún dinero que ayudara para los gastos ordinarios elementales. Trabajo había abundante, pero la misma situación hacía que los sueldos fueran muy bajos y que, prácticamente, la labor se hiciera más por la parte alimenticia que por un salario en efectivo. El agua estaba escaseando y por doquier era común ver a la gente llevando y trayendo sus chorotes de barro cargados con el preciado líquido ya que no se contaba con servicios de acueducto, y si los había, eran muy escasos. Los años setenta comenzaron con cierto progreso como lo fue primeramente el arreglo de los caminos y la apertura de nuevas vías carreteables, lo cual facilitó mucho la comunicación tanto con las otras veredas como con los municipios cercanos con los cuales se comercializa. Por esta época se construye la carretera que va por la parte alta de la vereda de Piedralarga y Ovejeras, saliendo del “Alto de Tenza” para comunicar al alto de las repetidoras de Inravisión como de Telecomunicaciones y la escuela del Sector San José. Enseguida se comenzó la apertura de la carretera central que une la parte urbana de Sutatenza con las veredas de Piedralarga, Ovejeras – Sigüique y Guamo. Hacia los ochenta se abre la vía que, partiendo de tierras de Pedro María Bohórquez, atraviesa el centro de Ovejeras para ir a desembocar en la carretera que lleva a Tenza. La falta de arborización fue tan extrema que en cuanto a la fauna, lo único que quedaba eran los conocidos “copetones” y unas cuantas contables “mirlas calentanas” que eran perseguidas por los cazadores con medios rudimentarios del momento. Esto también hizo que los escasos musgos que existían, fueran presa de las manos de los niños y jóvenes que en tiempo de navidad los arrancaban para llevarlos a los pesebres, dejando al suelo sin esa capa fundamental para mantener la humedad. Por estos años ya se está poniendo en “obra blanca la Represa de Chivor, un embalse que aprovechará las aguas de los diferentes ríos y quebradas del Valle de Tenza para general energía que se interconectará a toda la red nacional. De este trabajo surgió CORPOCHIVOR, una entidad que se ha preocupado de conscientizar a las gentes de la región sobre la necesidad de la arborización y del cuidado de las tierras. Ha patrocinado campañas diversas y ha servido de ente vigilante en cuanto al cuidado del ecosistema. "Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen." (Camilo J. Cela |
Un lugar para encontrarnos los que amamos nuestra Patria Chica, para compartir las experiencias de la vida y para enriquecernos con los contenidos que podremos poner en mutuo conocimiento.
jueves, 8 de abril de 2010
NUESTRA HISTORIA
"QUIEN NO RECUERDA SU HISTORIA,
ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA".
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